martes, 7 de febrero de 2012

El vegetarianismo: una herramienta política de trasformación*




Disturbios de las aves enjauladas




“Para construir un mundo mejor, necesariamente hay que replantear
 el asunto de la alimentación y quitar la carné del menú (…)
el planeta clama por paz y es necesario practicar actos de paz
 tres veces por día en el comer”
Marly  Winckler
(Coordinadora de la Unión Internacional Vegetariana en América Latina)

Ser vegetariano incluso  para mí es un asunto filosófico, es un asunto de vida.
La gente aprende a tener más generosidad, en todos los sentidos.
Uno debe escoger más: se escoge lo que se come, lo que se compra (…).
Flavia Lippi, Periodista


Autores: Luis F. Gálvez y Azucena S. Granados

El siguiente texto pretende  resanar cierto malentendido en relación a un tipo de vegetarianismo  que en estas líneas  defenderemos y explicaremos.  Es bien sabido la connotación neutra de esta práctica alimenticia, los argumentos  que enarbolan  esta concepción oscila entre considerarla una práctica caprichosa ejercida por personas acomodadas economicamente  exageradamente preocupadas por una alimentación inocua, ligera, y sana, hasta considerarlo como una práctica hippie de vínculos espirituales, pasando por preceptos religiosos de pureza e integridad, existe de igual manera, una visión del vegetarianismo que ve en los adeptos a hipersensibles sujetos desbordados emocionalmente por los derechos de los animales y despreocupados por cualquier otra injusticia y abuso de poder. Si bien es cierto que existen  estos tipos de vegetarianismo, también existe otro y es el que aquí nosotros reivindicaremos, al cual  nos hemos aventurado a denominar "vegetarianismo activo" en contraposición con "el vegetarianismo pasivo", caracterizado este último, por su falta de postura política y nula evocación transformadora de la realidad. No es nuestra intención criticar el vegetarianismo pasivo o cualquier tipo de vegetarianismo  realizado  por mera salud personal o cualquier otro motivo, ya que aunque no se tenga conciencia  política sobre su valor como herramienta de transformación social cumple sin saberlo con  esta actitud y para efectos prácticos es mil veces mejor que nada, lejano a esto, lo que intentaremos hacer es una documento que explique los preceptos que agrupa nuestra práctica  del vegetarianismo, que a su vez podrían servir como una especie de documento de principios e introducción para los interesados en el vegetarianismo.

Ante una triple crisis: ecológica, económica y sociopolítica de envergadura global es  necesario que los movimientos sociales de transformación articulen nuevas respuestas y caminos de  acción.  El vegetarianismo activo, además de aprovechar los innegables efectos saludables de una alimentación vegetariana o vegana (libre de todo derivado animal) ejerce otras prácticas de participación y se yergue  como una herramienta política de trasformación de alta validez. Desde este punto de vista consideramos su importancia para superar un capitalismo injusto, depredador, cruel y destructivo. Fundamentalmente el vegetarianismo  activo además de ser una práctica saludable en la alimentación pone en cuestión varios elementos que sustentan nuestro modelo de crecimiento capitalista (en creciente  descrédito por sus resultados nefastos) además de figurar como un verdadero camino para reducir significativamente la contaminación, la violencia, la devastación ambiental, y el egoísmo generacional. Plantearemos a continuación las ramificaciones e intereses de éste.

El vegetarianismo activo  y el poder

El vegetarianismo activo se hermana con ciertos  preceptos   anarquistas de veta  anti-autoritaria. Tiene especial reconocimiento su   lucha en contra del poder   ya que se opone a  las formas de poder y explotación injustificables ejercidas por los seres humanos contra otras especies animales.  

En sentido estricto el poder que ejerce el ser humano contra los animales no humanos (ya que los humanos también somos animales) se ve reflejado en diferente actitudes y acciones de nuestra vida social, siendo la alimentación la más obvia y rutinaria, la alimentación a base de de animales ha sido tan arraigada en nuestras costumbres y tradiciones que nos parece imposible ver un acto de poder en esta práctica, por el contrario, generalmente es concebido por la mayoría de la gente  como un acto inocente, necesario, y vital, el cual no debe o no debería replantearse ni ser objeto de meditación.  Pero ¿por qué no someter este acto aparentemente inocente a revisión?, ¿por qué no ponerlo bajo la lupa?, ¿por qué no incluirlo en las agendas de los movimientos sociales más progresistas? Si los activistas de estos movimientos sociales han sido capaces de ver autoritarismo, represión, injusticias, desigualdad, brutalidad, desprecio, en las relaciones que infunde el capitalismo neoliberal ¿por qué muchos de ellos no han tenido la sensatez de ver el ejercicio de poder que los humanos han tenido con los animales a lo largo de la historia y que tristemente lo seguimos realizando sin reparo alguno? tal vez la gente sensata responderá que los animales no merecen reconocimiento ni inclusión en las esferas del derecho y la justicia que utilizamos para los seres humanos y para la mayoría de la gente será una respuesta definitoria y aceptable, pero si preguntáramos en ¿qué basan su respuesta?, ¿cuál es la  línea de exclusión?  es posible que su aparentemente solida respuesta empieza a tambalearse como un puente al cual lo han enclavado estructuralmente  en el lodo. “Dios los hizo para nosotros”, “es la cadena alimenticia”  “lo necesitamos para vivir” son respuestas que con el minino conocimiento de ciencia podrían ser desmentidas de manera absoluta y sin embargo una de las más utilizadas para evitar el embarazoso  cuestionamiento sobre nuestras costumbres.
"Mi hermana y yo afuera del matadero"