viernes, 5 de julio de 2013

Frederic Beigbeder y la sociedad de consumo







Frederic Beigbeder, fue un brillante creativo de publicidad durante mucho tiempo. Pero en el año 2000 escribió una novela con tintes autobiográficos, 13,99 euros, y fue automáticamente despedido por plantearse la dudosa moral de su oficio y de la sociedad de consumo en Occidente. consume. Vuestro sufrimiento estimula el comercio. En nuestra jerga, lo hemos bautizado «la depresión poscompra». Necesitáis urgentemente un producto pero, inmediatamente después de haberlo adquirido, necesitáis otro. El hedonismo no es una forma de humanismo: es un simple flujo de caja. ¿Su lema? «Gasto, luego existo.» Para crear necesidades, sin embargo, resulta imprescindible fomentar la envidia, el dolor, la insaciabilidad: éstas son nuestras armas. Y vosotros sois mi blanco. 


En tu trabajo circulan muchas informaciones: así es como accidentalmente te enteras de la existencia del lavado de las irrompibles que ningún fabricante se atreve a poner en el mercado; de que un tipo inventó unas medias que no sufren carreras pero que una importante marca de pantis le compró su patente para destruirla; de que el neumático no pinchable permanece cerrado bajo llave (a costa de miles de accidentes mortales cada año); de que el lobby del petróleo hace todo lo que está en sus manos para retrasar la expansión del automóvil eléctrico (a costa de un aumento de la tasa de monóxido de carbono en la atmósfera que implica el calentamiento del planeta, llamado «efecto invernadero», probablemente responsable de numerosas catástrofes naturales de aquí al año 2050; huracanes, deshielo del casquete polar, elevación del nivel del mar, cánceres de piel, por no hablar de las mareas negras); de que incluso el dentífrico es un producto inútil, ya que toda la higiene dental radica en la acción de cepillárselos, la pasta de dientes sólo sirve para refrescar el aliento; de que los detergentes líquidos son intercambiables y de que, en realidad, es la máquina la que efectúa toda la operación de lavado; de que los discos compactos se rayan tanto como los de vinilo; de que el papel de aluminio está más contaminado que el amianto; de que la fórmula de las cremas solares no ha variado desde la guerra, pese al recrudecimiento de los melanomas malignos (las cremas solares protegen contra los UVB pero no contra los nocivos UVA); de que las campañas publicitarias de Nestlé para distribuir leche en polvo entre los recién nacidos del Tercer Mundo han supuesto millones de muertos (los padres mezclaron el producto con agua no potable). Se casan, se divorcian, se vuelven a casar, tienen hijos, no se ocupan de ellos pero educan a los de los demás mientras otros educan a los suyos.

Cada día, las 200 fortunas más importantes del mundo obtienen un beneficio de 500 dólares por segundo. El alba es un atardecer en autorreverse. El crepúsculo una aurora rebobinada. En ambos casos, todo es rojo y excesivamente largo. Se estima que el 25% de todas las especies animales podrían desaparecer de la faz de la tierra antes de 2025. Al final de los cuentos de hadas siempre aparece la misma fórmula: «Vivieron felices y tuvieron muchos hijos.» Punto final.